La Batalla de los granizos!


Cuento de: Miriam Saraí Barrera Cerón

Todos alguna vez hemos visto granizar.
Recuerdo que aquella tarde esta en casa de mi abuelita allá en Huitexcalco, a las faldas del cerro. Allí las personas acostumbran a tener en su casa, corrales con gallinas, guajolotes, puercos, vacas, chivos o borregos.
Esa tarde mi abuelita con esa sabiduría que tienen los viejitos decía: “Hijole, las siembrasse van a quemar”, yo, le pregunte: -¿Por qué abuelita? -Pos… ¿Qué no vez? El cielo esta turbio y renegrido, va a llover y traerá granizo, el maíz y la alfalfa van a quedar pintos; nadie va a quererlos comprar.
No tardo muchi en que terminara de hablar la abuela.
Al poco rato se empezó a escuchar un fuerte golpeteo sobre los techos de la casa, los vecinos corriam como desesperados, para recoger la ropa colgada de los tendederos; otras más arreaban a sus animales a un lugar en el que no se mojaran; mi abuela me dio un coscorronazo y me dijo:
-Chamaco, ayudame a meter los animales a los chiqueros con techo.
Yo corri lo más que pude, pero cuando sentí, una pedrada de inmediato, me encojí como gato, ganas no me faltaron de gritar, por un instante pensé que la abuela me había sonado con una pedrada pero al voltear me di cuenta de que no era una piedra, y que efectivamente no estaa lloviendo agua sino ¡piedras de huelo! No, no vayan a creer que de esos hielitos chiquitos que parecen las canicas agüitas, esas que vienen en las botellas de vino, y con las que jugamos, ¡No!; eran unas bolas de hielo que mas bien parecían las canicas grandotas a las que les decíamos mundos o cuatonas.
¡Ah ¡ Pero como dolia que te pegara uno solo de ellos; la verdad es que era mas peligroso, por que incluso, el vecino de mi abuela, Don Matias, termino descalabrado. El guajolote que tenía mi abuela y que siempre me correteaba, quedo cojito porque un granizo le golpeo la pata.
En serio que era una batalla loca de granizos; hacían mucho ruido al caer sore los techos de lamina: lo divertido era que por mas que corrias y te escondias, siempre te tocaba uno.
Esa ocasión fue una batalla de un solo lado, en donde el vencedor lógicamente fue el granizo. Ademas de golpeado quedé como ratón chupado; así me decía mi abue; todo empepapad, con la ropa escurrido y el cabllo relamido hasta las orejas.
El granizo siguió cayendo y ya las calles estaban casi blancas.
Entonces Don Matias empezó a echar cohetes.
Como siempre le pregunte a la abuela a la abuela ¿por echa cuestes el señor Matias? “Para que el cielo se cierre y ya no caiga mas granizo”-me respondió.
En ese tiempo no supe que pensar, pero resulto efectivo porque después de una docena de cohetes, dejo de granizar.
Me salvé un poco del granizo pero de lo que no me salve fue de la fuerte gripe que me dio.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Big Ugly Any

Y me pusí peda x él!... :((

Like everyone!...